
El Cantar de los Cantares IV | Marc Chagall | 1958
Para san Bernardo, buscar a Dios es el mayor de los dones: nadie puede buscarte sin haberte antes encontrado (AmD 7,22). Una búsqueda que nunca cesa en el movimiento mismo del deseo, en una ascensión interminable. Es el principio y el fin de la vida espiritual: es un gran bien buscar a Dios; yo no conozco otro semejante para el alma. Este es el primer don que se recibe y el último en conseguirse plenamente (Scant 84,1).
Este adentrarse en el Misterio del Amor en la búsqueda de Dios, va acompañado siempre de la humildad. Dicen que uno no termina de conocerse a sí mismo hasta que tiene que enfrentarse a un revés que le suponga una pérdida realmente trascendental. No llegamos a saber realmente quiénes somos hasta que nos llega la hora de ser menos de lo que hemos sido. Dice Bernardo, citando el Génesis: mira la tierra para conocerte a ti mismo; ella te dará tu propia imagen, porque eres tierra y a la tierra volverás (X,28). Son frecuentes las veces en que nos sentimos preocupados porque la vida se está poniendo patas arriba, pero, ¿cómo sabemos que el lado al que estamos acostumbrados es mejor que el que está por venir? Escribe Fernando Pessoa: llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.
Misterio del Amor: el amor tiene la cualidad de ser honrado con la realidad. Yo deseo que el alma, ante todo, se conozca a sí misma… ese conocimiento no infla, humilla; es una preparación para nuestra edificación. No podría mantenerse nuestro edificio espiritual, si no es sobre el fundamento estable de la humildad. Y para humillarse a sí misma, no encontrará el alma nada tan estable y apropiado como encontrarse a sí misma en la verdad… De esta manera, el conocimiento propio es un paso para el conocimiento de Dios (Scant 36, IV,5-6). Lo más sano en esta vida es mirarla de frente, incluido, antes que nada, aquello que en ella no nos gusta. Aquello que no corresponde a lo que nosotros nos imaginamos de ella. Escribe Antonio Gala: sólo quien avance bajo el fardo, más o menos agobiante, de sus tinieblas y su sinceridad, bajo el fardo de su verdad más honda, sólo quien avance bajo su peso íntegro y sin disfraz, logrará caminar por el sendero que le llevará a sí mismo: el único sendero en que tropieza uno con la paz y el amor, la gratitud y la sonrisa. Y encontrará lo que todos febrilmente persiguen sin dar jamás con ello: la cristalina fuente de la serenidad y la alegría. Una fuente que brota en el mismísimo punto y el mismísimo instante en que se logra la aprobación de uno mismo tal como es, la aprobación de la vida como es, la aprobación del mundo.
Misterio del Amor: el amor posee la elegancia de saber esperar. Procura sentarte con la conciencia fervorosa y el ánimo tranquilo a los pies de Jesús. Dichosa tú que percibes el murmullo divino en el silencio. Permanece en simplicidad, evitando por un lado el engaño y la falsedad, y por otro la multiplicidad de ocupaciones. Y escucharás las palabras de aquel cuya voz es dulce y cuyo rostro embelesa (Asunc. 3,7). La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga. Escribía Rainer María Rilke en una de sus cartas a un joven poeta: tenga paciencia con todo lo que quede sin resolver en su corazón. Trate de amar las preguntas mismas, como habitaciones cerradas y como libros escritos en un idioma extranjero. No busque ahora las respuestas. Ahora no se le pueden dar porque no pudo vivirlas. Es cuestión de experimentarlo todo. En la actualidad es necesario vivir la pregunta. Tal vez gradualmente, sin siquiera darse cuenta, se encuentre experimentando la respuesta, algún día distante.
Misterio del Amor: en la propia miseria, se nutre la empatía y la misericordia. No hay que mirar al cielo, al yo ideal, al hombre bonito, sino a la tierra, al falso, al feo y al deforme que soy. Olvidado por completo de sí, y totalmente perdido, se lanza sin reservas a Dios y estrechándose con él se hace un espíritu con él (AmD XV,39). Aunque estemos solos, nunca volveremos a estarlo. Escribía Víctor Hugo: la gran felicidad de la vida es la convicción de que somos amados. Amados por nosotros mismos. E incluso amados a pesar de nosotros mismos.
Habiendo gustado el alma qué bueno-dulce-suave es el Señor… retiene su sabor en el paladar de su corazón… con ello sucede que ya no desea ningún bien suyo, sino a él mismo (Var 3,1). Que san Bernardo interceda hoy por nosotros para que aprendamos la ciencia del verdadero amor, cada cual, en su propia vida, en la búsqueda de Dios.
Gracias
Muchas gracias!
Que así sea, San Bernardo interceda por nosotros para que aprendamos la ciencia del verdadero amor.
Quizás para ello, una clave de su espiritualidad sea su defensa a ultranza de la Virgen María, de la Encarnación del Verbo, de la humanidad de Jesucristo. Y tiene razón, estamos aquí, hechos de tierra y en la tierra, hasta que Dios quiera. No es momento para andar mirando al cielo.
“” DICHOSOS LOS POBRES DE ESPÍRITU PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS “”… Jesús así lo manifiesta. Es clave en nuestras vidas caminar con esta certidumbre…abajarnos de “ nuestras miserias de grandeza “ y discurrir por la existencia con un ánimo adecuado de desprendimiento de todo tipo. La Humildad ha de llevarnos a comprender que Dios nos quiere libres de toda atadura…que nos desea felices y amparados por SU AMOR ETERNO…solamente quiere que nos busquemos, que nos encontremos a nosotros,,, esperando en ÉL, en su eterna Misericordia. El ROSTRO DE DIOS se manifiesta en La realidad de la Verdad coherente, sencilla, respetuosa y sincera de nuestras obras. Hemos de dejar de ser ricos…y no de bienes materiales sino de deseos desordenados. De nada vale renunciar a todas las riquezas de este mundo si por el contrario a lo único que aspiramos es a afectos desordenados…a dominios explotadores de los demás…al dominar nosotros mismos con soberbia y orgullo…a dejar pasar la vida sin preocuparnos por los problemas de los demás. Esto no es válido…como tampoco lo es el abandonarse a la desidia y disconformidad que producen la tristeza y la acedía. La única solución es el Amor. Ese Amor que está en nuestro interior y que nos lleva a proyectarlo hacia el exterior… en nuestras acciones diarias…en nuestra comprensión del mundo con acercamiento al prójimo… En esa ETERNA PRIMAVERA QUE ES EL RENACER Y LA CONVERSIÓN DEL CORAZÓN HUMANO EN JESÚS !!!.
MUCHÍSIMAS GRACIAS por este hermoso y esperanzador comentario, sólo el Espíritu de Jesús lo puede inspirar. ¡que venga la Ciencia del Amor!, amén.
Me parece una cascada de llamadas necesarias para ser persona completa, y una vez saberse conocido,llegar a poďer cojer las riendas de su vida y llagar al Máximo …..desde muchos prismas nos dan pistas. Herramientas: la humildad y la honradez. GRACIAS GRACIAS GRACIAS. FELIZ DIA.