Es este día queremos dar las gracias a Jesús por el don de reunión y de comunión que hemos recibido para vivir en esta forma de vida comunitaria estable. Lo que hoy celebramos, festivamente, es el regalo de haber sido convocados para vivir un amor posible y real, un amor fraterno concreto que está íntimamente emparentado con lo que cotidianamente llamamos ‘querer’ a alguien.
Se dice, y creo que, con razón, que lo afectivo es lo definitivo en la vida. La vida fraterna está tejida de gestos de cercanía, de calidez, de apoyo en momentos señalados, de palabras consoladoras, clarificadoras y oportunas. Son pequeñas cosas las que nos ayudan a sentir que la comunidad, que los hermanos nos quieren.
Es fácil amar a la gente en abstracto, el verdadero problema surge cuando tenemos que aterrizar en lo concreto y cotidiano. Si no queremos a los seres humanos concretos, reales, todo nuestro amor por los que sufren, por los necesitados, por los árboles y los pájaros, suena un poco a sospechoso, a pura habladuría.
Vivimos juntos para querernos, para interesarnos por el bien del hermano. Lo sabemos muy bien, sabemos que amamos, cuando sentimos que nos importa el bienestar del otro. El amor verdadero se manifiesta como un interés desinteresado por lo que le sucede a alguien concreto. Si alguien por cercano que sea, no se interesa en lo que me sucede, no pregunta por mis cosas, nunca tiene espacio para escucharme y mucho menos para tenderme una mano, tendré que asumir, aunque me resulte doloroso, que no me quiere mucho, aunque me ande dejando notas cariñosas o haciéndome regalos con frecuencia.
Sin embargo, la persona que se ocupa de mi y me hace sentir que le importo; la que se alegra con mis logros y me acompaña en un momento difícil, y lo hace respetando mis tiempos y mis elecciones; la que siente interés por lo mío sin querer poseerme ni llevarme a su terreno; esa persona, sí que siento que me quiere.
El amor concreto es la apuesta sincera y la decisión constante de ocuparse en crear un espacio de libertad y de respeto para la persona a la que quiero. Un espacio tan grande y no condicionado como para que pueda elegir lo que desee, aunque su decisión no me agrade o incluso cuando su elección no me incluya.
Cuando quiero a alguien de verdad no me paso el día con una actitud exigente, porque si lo hago, lo único que voy a conseguir es que se me cierren puertas. Cuando quiero a alguien de verdad, no tengo expectativas, lo que va surgiendo en el camino lo acojo y lo siento con gratitud. Y, si no viene nada de su parte, es que no es necesario que venga, no es necesario mantener esa expectativa.
En este día de la comunidad, recordamos a los hermanos ausentes, muy especialmente a Chencho. Felicitamos con sincero agradecimiento a cada hermano de la comunidad, particularmente hoy a José Carlos y a Carlos María. Agradecemos sobre todo que nos queremos, con muchos fallos, pero nos queremos. Y bajo la mirada siempre amorosa de María, confiados en la Misericordia de Dios, renovamos nuestro anhelo de ser la comunidad que Jesús quiere, y que nos reúne, siempre, para querernos.
¡qué hermosa y realista fraternidad!, que siga así. Saludos a los Carlos por su onomástica y al Prior por su día.Dios les siga bendiciendo. Envío abrazo fraterno.
Hermosa reflexión . Hoy en su día muchas felicidades y gracias por colmarnos de su amor
El Dios del amor y la misericordia los acompañe siempre !
¡Feliz Fiesta Comunitaria para todos y cada uno de vosotros, desde mi profundo agradecimiento!
Gracias
Feliz día a los Carlos y a toda la comunidad. Un abrazo fraternal.🤗
Gracias querida Comunidad por ser escuela de Amor en lo concreto, el Amor de cada día!
FELICIDADES !!! y que el Señor le siga bendiciendo en su noble tarea de tender puentes.
Desde aquí, aum cuando lejos, hemos sentido unos momentos de fraternidad, amor y cariño. Gracias por vuestras oraciones por «los hermanos ausentes».
Felicitaciones con todo mi cariño y gratitud a toda la comunidad por su presencia amorosa ya que
con sus gestos y enseñanzas nutren nuestros caminos en la verdadera comprensión del Amor de Dios.
Bendiciones!
Gracias
“” SOMOS IGLESIA””. Todos los implicados en la aventura de la Comunidad de Sobrado sentimos la fraternidad y la acogida como carismas a potenciar. La verdad que esta Comunidad se amplifica mucho más lejos de los límites de los muros del Monasterio. Las personas que llegan, las personas que se van… son una parte importante de esta pequeña Iglesia que se reúne en torno a Cristo. Nadie de estas personas está libre de continuar lo que por ósmosis aprende aquí , en Sobrado. Ha de seguir dando testimonio entre el mundo…y escuchar a “oídos plenos” los problemas de los demás y ser luz para los que no ven…ser apoyo para los que se cansan de caminar en la vida. TODOS SOMOS LA COMUNIDAD DE SOBRADO, PORQUE DIOS HABITA EN NOSOTROS !!!