Estad siempre alegres

Este domingo, más que los otros, debe estar marcado por la alegría, alegría de saber muy cerca el nacimiento de Nuestro Salvador, que trae a los más pobres, a los más desheredados la esperanza de la Salvación, de la felicidad. Es llamado por ello domingo “Gaudete”, ALEGRAOS. El título le viene de las palabras «Estad siempre alegres» (Gaudete) que se escuchan al inicio de la Misa: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca» (Filipenses, 4,4-5).

Pero el tema de la alegría invade también el resto de la liturgia de la Palabra. En la primera lectura oímos el grito del profeta: «Desbordo de gozo con el Señor, me alegro con mi Dios». El Salmo responsorial es el Magnificat de María, intercalado del estribillo: «Me alegro con mi Dios». La segunda lectura, finalmente, comienza con las palabras de Pablo: «Hermanos: Estad siempre alegres».

El Espíritu del Señor conduce al profeta Isaías a anunciar la buena nueva a los pobres. Pobres que eran la mayoría de los que venían del Exilio y que encontraban muchas dificultades a la hora de reimplantarse en Palestina y empezar una vida normal como la de antes de exiliarse.

El pobre material y el espiritual prisionero de su pecado es el que puede percibir ese amor de Dios como buena nueva, porque ambos pobres son los que tienen siempre la mano y el corazón abiertos y tendidos  a la petición y a la clemencia.

Los cristianos auténticos estamos llamados a ser portadores de ese amor y esa misericordia a los pobres de todo tipo que siempre puede andar alrededor, incluso hermanos de familia o de comunidad.

Esta clemencia del corazón Divino es la que nos puede santificar y guardar sin reproche esperando fielmente la venida del Salvador. Preparar esa venida que no es otra cosa que vivir en la paz, la alegría y la oración confiando en la fidelidad de Dios. Quizá pueda ser esa actitud la del mismo Bautista, al revelar la presencia de Dios entre los hombres, comunicando el soplo del Espíritu a través de una vida ordenada, pacífica, honrada y abierta al bien de todos, sin rencores, reproches acusaciones, envidias y desprecios…Esas actitudes, como la del Bautista  allanan el camino del Señor para su llegada.

Hermanos: Jesucristo, el Señor, está en medio de nosotros, porque está en el corazón de cada uno de nosotros. Esta en medio de nosotros dulcificando al que sufre, consolando al que llora y lo que es más maravilloso es que lo hace a través nuestro con nuestra conducta y nuestra cercanía amable con los que lloran y con los necesitados. Ese amor que Dios pone en nuestros corazones cuando no es comunicado desaparece, y comunicamos entonces nuestro propio amor egoísta y no santificador. Para ello es indispensable una vida espiritual seria, que llegue a conocer, aunque parcialmente la inmensidad del amor Divino. Por otro lado, hemos de estar abiertos a ese Cristo que vive en el corazón de los otros a través de sus aspiraciones, sus esfuerzos de solidaridad y de despego de si mismos, libres de egoísmo. Estos mismos pueden ser incluso personas no creyentes.

Los evangelios presentan al Bautista como el «hombre de la espera». Toda su vida es tensión, espera, preparación para acoger al Salvador. Cuando oye que Jesús recorre Galilea sembrando salud, perdón y vida, de su corazón sólo brota una pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».

La respuesta de Jesús lo dice todo: «Dichoso el que no se sienta defraudado por mí». La fe se despierta en nosotros de forma humilde y misteriosa, pero casi siempre se juega en torno a estas preguntas: ¿Espero yo algo de la vida?, ¿espero a alguien?, ¿cuál es el deseo más profundo de mi corazón? Sólo cuando he entrado en contacto con mis anhelos más hondos me puedo preguntar: ¿Me defrauda Cristo en ese deseo de mi corazón? Entre nosotros éste puede ser hoy el modo concreto de escuchar la llamada del Bautista: «Allanad el camino del Señor» (Juan 1, 23). Haced más fácil la llegada de la paz. Esa paz que Dios desea para todos.

Se trata de ser testigos de Jesucristo, es decir, hombres y mujeres, que creen en lo que él creyó, defienden la causa que él defendió y viven como él vivió. Entonces se está anunciando a Alguien «que está en medio de nosotros y a quien no conocemos».

4 comentarios en “Estad siempre alegres

  1. Luis Martinez Sanchez dijo:

    Acercarse al fuego en la noche heladora…cubrirse con un impermeable ante la lluvia…ofrecer comida y refugio a los pobres materiales…acercarse uno…acercarse a los demás… Todo es pensar con la humildad plena en el corazón, haciendo partícipes a los demás de nuestra confianza en Dios…de nuestra encontrada y tierna Alegría por Aquel que se aproxima…que una y otra vez es Carne, Hijo del Hombre. Nunca abandona al ser humano… Siempre es en todas las circunstancias. No queda otra nada más que la Gratitud Eterna entre sonrisas a ese Dios humanizado, a ese Dios que jamás abandona…que siempre está presente en las desdichas y en las alegrías.. Alegría envuelta en el Amor Del Nacimiento Divino, en la grandeza de la pobreza…de María…de José…obra del Espíritu… Obra de un Sonriente Y Complaciente Amor inconmensurable, difícil e imposible de explicar. Todo, absolutamente Todo, es Gracia para el hombre, para cada persona. El don de la Alegría inunde todos nuestros seres y, en comunión fraterna,, logremos arrinconar las tristezas de este maravilloso mundo al que hay que tentar para que se convierta en el Reino de los Cielos. Qué La Paz De Dios salga con Esperanza en forma de rayos del Luz y De Sol.

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