No vengo de mí mismo

Y el mundo se quedó en silencio | Nicola Magrin | 2011

Para la primera comunidad cristiana, Jesús es el ‘esposo’ del pueblo; Juan es sólo ‘el amigo del esposo’, quien le prepara el camino, el precursor. Con estas imágenes se trató de zanjar la polémica que mantenían con los seguidores del Bautista, en torno a la preeminencia de uno de los maestros sobre el otro. Es cierto que Jesús fue bautizado por Juan, lo cual significaría un reconocimiento de la autoridad de este último. Pero, a diferencia de él, es realmente el maestro de Nazaret quien bautiza, no con agua, como Juan, sino con Espíritu Santo. ‘Bautizar con Espíritu Santo’ significa comunicar la misma vida divina, ‘hacer nacer’ de Dios, es la imagen de una ‘vida nueva’, es la misma vida de Dios en nosotros.

Misterio del Amor: en medio del silencio, el Verbo se encarnó. Jesús de Nazaret viene desde la impotencia de su pueblo, es la Palabra hecha carne que nace del Silencio, el Ungido, el Enviado del Padre: yo procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. El Padre es el que me ha enviado (Juan 8, 42) Misterio del Amor.

El silencio nos pone en con­tacto con Dios. La bondad de Dios que se nos ha aparecido, puede presenciarla quien ha descendido al silencio. En el silencio se da el encuentro de los humano y lo divino. Y en este encuentro, el silencio, antes que palabra, es origen de voz. El ser imagen de Dios, el ser criatura, sólo puede percibirse en el fondo del silencio. Sin silencio, la entrega se muda en búsqueda de gratificación. El tú desaparece y se hace objeto. La relación se trueca en uso, abuso o mal uso y el amor se convierte en deseo. La fiesta en diversión o ´tiempo libre´ a llenar. La vida se convierte en ‘repertorio de posibilidades’. La muerte un final, en lugar de una consumación o plenitud. Sin silencio, es inviable la confianza, la esperanza y el amor arraigados.

Nuestras biografías, en general, se despliegan sin contar con el silencio. La existencia se vive como un ‘quehacer’, se pierde la vivencia de la vida como envío, como vinculación y como arraigo en algo que la rebasa. Surge el dualismo de vida espiritual y vida de acción, el cuerpo queda olvidado – y, si se le recuerda es para condenarlo o para adorarlo-, y se pierde la unidad de cuer­po, alma, espíritu, razón, corazón y tripas. Nos quedarnos con una biografía mutilada, y por eso hablamos tanto de ampliar nuestra conciencia. Nos hemos quedado sin el silencio de la palabra. Hemos perdido el valor de alcanzar la pala­bra por el silencio, y el silencio por la palabra.  Soledad, silencio y biografía van unidos inseparablemente. Mi vida brota y se hace y se configura desde el silencio y desde el desierto. Aquí está el secreto de una biografía modelada por la palabra del silencio.

 La verdad sube desde el silencio del ser a la tranquila y terrible presencia de la palabra. Y en tanto que la verdad de la palabra se sumerge de nuevo en el silencio, nos abis­ma en el silencio de Dios (Thomas Merton)

Una biografía que no está anclada en el ‘quehacer’, sino en el desierto del silencio, es la que se va diseñando en todas sus dimensiones y puede invitar a la comunión completa. Es la vida de los sencillos que saben permanecer en el silencio. De ella, emerge la experiencia del Espíritu que permite ver lúcidamente, con amor, como Jesús, capaz de descubrir posibilidades nuevas, ver la presencia del Padre en todos los rostros, en todas las historias y sobre todo en todos los sufrimientos de su pueblo. Jesús ve los signos de la llegada del Reino en la vida sencilla y cotidiana, al dejar que la vulnerabilidad le envuelva, aceptando sufrir con el otro el dolor, pisar el mismo barro, viviendo atento a las necesidades y a las situaciones limite de otros.

 La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado, sino al sufrimiento de los otros… Y la palabra que puede expresar mejor la sensibilidad hacia ese sufrimiento ajeno es la compasión: la disposición a asumir un cambio de perspectiva, a mirarnos y evaluarnos a nosotros mismos con los ojos de otros, sobre todo con los ojos de los que sufren y están amenazados (J.B. Metz)

Ante la muchedumbre de los pecadores se abrió el cielo. Sobre aquella humanidad digna de lástima, se manifestó el Espíritu Santo. En medio de los publicanos, de los pecadores, de las prostitutas, de los indignos, es como Dios manifiesta y señala a su Hijo muy amado en el que ha puesto todas sus complacencias.

5 comentarios en “No vengo de mí mismo

  1. Pedro Garciarias dijo:

    ¡Cuánto me conmovió las palabras de s.Cipriano que escribíais en el otro envío!, la lucha de los cristianos en medio de las pruebas abre las cárceles de otros y las llena de luz, es verdad 100×100 y el comentario de hoy, en una de las fiestas mas hermosas, cuando me pongo a pensar en los sentimientos de Jesús al oir la voz del Padre y el Espíritu desplomándose en todo su ser de hombre me parece que la cabeza da un vuelco! y os lo digo una vez más…sin que sea repetirme: vuestra comunidad es una epifanía 100×100, si no lo escribo las piedras de mi casa empezaran a dar gritos, sigan rezando, escribiendo, cantando, pintando y sacudan al orbe entero con vuestro AMOR CALLADO. ¡AMËN!

  2. Luis Martinez Sanchez dijo:

    “” …La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica… “” ( Salmo 28 ). El Señor habla…manifiesta su imperativo, “ Escuchadlo “. Sí !!! El Padre se complace en su Hijo…ese Hijo que recibe el bautismo en Presencia del Espíritu Santo. Y todo para continuar una Vida que inexorablemente lleva a servir a los demás. Desde su Palabra, seguida de los momentos de intensa oración, Jesús nos invita a escuchar en nuestros corazones a ese Dios Padre que habla a todas las personas. Jesús siente que el Reino llega, que Él es el primogénito de todo y el primero que con su ejemplo hace que los que le sigan no tengan miedos ni ansiedades a la hora de afrontar sus propios problemas. Jesús está al lado de nuestros seres, acompañándonos siempre…en un Silencio que aprende del Padre y transmite a los seres humanos. Dios es ahí, en cada instante, en cada situación comprometida. Nunca nos abandona….desde la Eternidad. Jesús no nos pierde jamás de vista. Nos habla de mil maneras, desde su tierna mirada de Hombre…desde su Divinidad…desde su Unicidad. Sin complicadas teologías…sin enrevesadas ideas filosóficas. Dios siempre es y está aquí, con nosotros. Muy cercano a cada cual; a veces, de una manera sutil…pero siempre sencilla y con la humildad que le lleva a encarnarse en María,Madre de nosotros. Sea La Paz y el Amor para toda la Humanidad gracias a Él., el Cristo.

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