La ley retiraba al leproso de la sociedad porque le consideraba como un impuro delante de Dios y de los hombres. Los hebreos consideraban toda una serie de enfermedades de la piel como una sanción por el pecado, con lo cual el enfermo era considerado impuro y alejado de la sociedad. El pueblo de Dios era puro elegido por el Dios santo y debía protegerse, por ley, de toda impureza. Esto a modo de explicación de la lectura.
Trabajar por la gloria de Dios era para Pablo no buscar el interés personal, sino el interés de los demás. La ley judía prohibía el uso de ciertos alimentos, y esto sigue siendo así en la actualidad. Prejuicios religiosos atribuían como tabú toda comida ofrecida en sacrificio a los dioses paganos y revendidos en el mercado, y otras múltiples prohibiciones alimentarias que ahora no vienen al caso. Frente a esas concepciones Pablo afirma la libertad del cristiano: éste puede usar de todo, liberarse de todo prejuicio si lo hace con la libertad de un corazón que da gracias a Dios. Pero mantiene también que la caridad pasa ante todo. Si mi comportamiento puede llevar a mis hermanos a pecar debo, libremente y por amor, poner un freno a esa libertad absoluta adquirida en Jesucristo. Cierto que eso no es siempre una situación fácil, pero Pablo ha observado este principio imitando en ello a Jesucristo.
El Evangelio sigue el mismo tema de la primera lectura. El encuentro de Jesús con un leproso. Su comportamiento choca de frente con las costumbres judías. Lejos de alejarse del leproso, no duda en tocarlo y así contraer la impureza legal prescrita en esos casos por la ley. ¿No vino Jesús a cargar sobre si los pecados del mundo? Pero porque el leproso del evangelio tiene fe en la bondad y el poder de Jesús, es curado y restaurado en la comunión con Dios. Y con la comunidad Jesús es ya el poder de la Resurrección y del amor obrando en el mundo. Jesús viene a suscitar entre los hombres una fraternidad que no conoce ya ni parias ni excluidos.
Conocemos nosotros hoy, bien de cerca, gentes excluidas de la sociedad. Esto nos obliga a preguntarnos muchas cosas, respuestas y actuaciones posibles. Basta salir a la calle hasta en los pueblos más pequeños para ver a gente necesitada, enferma o anciana, gente que pide limosna, gente que duerme en las calles. Quizá incluso nos pase como en la parábola del buen samaritano, pasando de largo o cruzando de acera.
No podemos olvidar tampoco hoy nuestras lepras personales debidas al pecado. No son públicas, ni nos excluyen, en general, de la sociedad, pero ciertamente son una invitación a acercarnos a Cristo, para ser liberados y curados. Imitando la fe y la confianza del leproso del Evangelio.
Nosotros podemos ver en ese leproso no solo una imagen del pecador, sino también un símbolo de todos los marginados de la sociedad. Vivimos un tiempo de grandes tragedias de todo tipo. A todos hemos de tender nuestra mano en una ayuda fraternal y verdadera, porque cada persona es una epifanía del único. Todos perdemos cuando eliminamos una expresión de la vida, cuando anulamos un destello del ROSTRO que hay en cada rostro. Pero hemos de tener siempre conciencia de que no seremos solidarios con los demás, sino en la medida en que seamos fieles al Padre. Nada frena tanto el buen desarrollo de la ciudad terrena como la pretensión del hombre de bastarse a sí mismo en su búsqueda personal y comunitaria de la felicidad. Siempre y solo lleva a Dios el amor que procede de Él mismo.
La fuerza del amor no mide las posibilidades, ignora las fronteras, no reflexiona, no conoce razones. El amor no se resigna ante la imposibilidad, no se intimida ante ninguna dificultad. Dejémonos conducir a pastos inéditos por otras laderas de entender.
Gracias 🙏🏽
Gracias
Sí, es VERDAD,somo s libres pero también capaces con la Gracia de renunciar a lo que sea por amor al hermano. ¡ME ALEGRA mucho volver a recibir las reflexiones, son una ocasión de GRACIA para mi vida. Gracias.
Acabo de escribirles y wordpress me borra lo enviado ¿qué está pasando?