En el pasaje evangélico proclamado, Jesús se nos presenta como un docto maestro que sabe aproximarse y tocar, perder tiempo y perforar en la apariencia, siendo capaz de alumbrar el manantial que nos habita. Es paciente con la lentitud de nuestros procesos, lo que le otorga ese poder de seducción que nos regala la confianza para dejarle traspasar nuestras defensas, más allá de la epidermis de nuestra vida, hasta sus fuentes interiores y secretas. Sabe acompañar ese delicado descenso sin impaciencia ni prisa.
La mayoría de nosotros nos acercamos a los demás a través de una pantalla de resistencia. Cuando nos negamos a dejar sitio a los otros, cuando consumimos todo el espacio de nuestros mundos con nuestros propios sonidos, nuestras propias verdades, nuestra propia sabiduría y nuestras propias ideas, no queda sitio para las ideas de nadie más. Cuando una persona debate beligerantemente con cualquiera, no queda nadie de quien aprender.
Hacernos próximos, supone una actitud de respeto y valoración de nuestro interlocutor. El respeto auténtico conlleva la aceptación y acogida del otro, como queriendo comunicarle: ‘quiero que te sientas como si estuvieras en tu casa. Siente la paz en tu casa. Siéntete bien en tu casa. Las puertas están abiertas para ti’. Es cierto que podemos estar en total desacuerdo con el mensaje, pero no por ello hemos de rechazar a la persona con la que dialogamos. Es necesario, estar abiertos, ofrecer una aceptación incondicional de la persona para facilitarle lo que quiere comunicar, sin juzgar ni condenar.
El que sabe escuchar es comprensivo con el otro, llega a entender sus problemas, a captar sus sentimientos, a ponerse en su lugar, a confiar en su capacidad para salir adelante, a respetar su libertad, a honrar su intimidad, a no juzgarle, a aceptarle tal y como quiere llegar a ser; en definitiva, consigue llegar a ‘ver’ al otro.
Cuando te pido que me escuches
y empiezas a darme consejos
no has hecho lo que te pedía.
Cuando te pido que me escuches
y empiezas a decirme por qué no debería sentirme así
estás pisoteando mis sentimientos.
Cuando te pido que me escuches
y sientes que tienes que hacer algo para resolver mi problema,
me has fallado, por extraño que parezca.
Escucha, todo lo que te pido es que me escuches;
no que hagas o digas, sólo que escuches.
Cuando haces algo por mí que puedo y debo hacer por mí mismo,
contribuyes a mi miedo y a mi debilidad.
Pero cuando aceptas el simple hecho de
que siento lo que siento, por irracional que sea,
entonces puedo dejar de intentar convencerte
y dedicarme a entender qué está detrás de ese sentimiento irracional;
y cuando eso está claro, las respuestas son evidentes y no necesito consejo.
Los sentimientos irracionales tienen sentido
cuando entendemos lo que está detrás de ellos.
Así que por favor escucha y sólo óyeme, y
si quieres hablar, espera un minuto que te llegue el turno, y te escucharé (Mike Boshall)
Podíamos quedarnos hoy con estas palabras que pongo en boca de la mujer samaritana: aprended a escuchar mejor y, en vez de predicar y dirigir tanto, haceos expertos en preguntar, dialogar y compartir con otros esa vulnerabilidad que nos iguala a todos. Venid a celebrar conmigo junto al brocal del pozo que la propia pobreza reconocida y puesta en relación con Jesús, no es un obstáculo para recibir el don del agua viva, sino la mejor ocasión para acogerla y dejarla saltar hasta la Vida Eterna.
Quien quiera que seas. Ven, ven, quien quiera que seas. Vagabundo, adorador, amante del abandono. No importa. La nuestra no es una caravana de desesperación. La nuestra es una caravana de esperanza, perdón y olvido. Ven, aun si has quebrado tu voto cientos de veces. Ven, otra vez, ven, ven (Rumi)
Gracias
Muchísimas gracias.
Gracias
Muchas gracias.
Palabras que alivian, van quitando el hierro de nuestra vida. Desde el corazón , eso es lo que quiere y hace hoy Jesús. Quitar el hierro del Templo, exterior e interior de cada cual.
Me parece una buena idea. Acudir siempre al pozo. Allí nos espera Jesús dispuesto a dialogar, porque “ Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios “. Jn 6.68.
Dar testimonio con la propia vida… “”… Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos, eso es lo que anunciamos: la Palabra de vida… Lo que vimos y oímos os lo anunciamos también a vosotros, para que compartáis nuestra vida, como nosotros la compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo…( 1 Juan 1, 1-3 ). En nuestro largo caminar, en nuestros quehaceres, en lo cotidiano, existen cuestiones que nos preocupan y se encuentran en el fondo de nuestros corazones. La Fe y la búsqueda De Dios nos llevan a veces, más de una vez, a la preocupación. Aunque una persona tenga las cosas medianamente claras, otra situación es el cómo nos acercamos al otro, muchas veces pensando que nosotros tenemos la vía adecuada a Dios y a los beneficios que esto nos reporta. La única forma de empatizar espiritualmente con una persona es tocándola en lo más profundo de su alma, pausadamente, estando a su lado y escuchándola…con entendimiento y aceptando todas sus circunstancias ( Franz Jalics ). Nada es tan verdadero como aproximarse al necesitado con un Corazón Abierto, para llegar a él…haciendo fraternidad…con todo nuestro ser en el << YO SOY >>. Todo en el Corazón del Creador: “” Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey… ( Salmo 149 ) “”. Qué nadie se incomode…hay ocasiones que nuestros corazones presentan grandes ambivalencias, grandes contradicciones… Es tiempo de Alegría, de Conversión, de Reconciliarse con Dios y con los demás, dejando que el don del Espíritu abra nuestras heridas al flujo imparable del Agua de Vida Eterna.
Maravilloso, maravilloso!!
Infinitas gracias!!