Hombres de corazón
Celebramos hoy la fiesta del apóstol Santiago. Hoy nuestra comunidad festeja 50 años de refundación en este Monasterio que es un enclave en el Camino Norte y antiguo francés. El Camino de Santiago se ha convertido en una alegoría del itinerario vital e interior que todo creyente y cualquier ser humano debe recorrer para encontrarse consigo mismo y con Dios. Para nosotros, monjes, el Camino más importante de nuestra vida es el que nos conduce en peregrinación a nuestro corazón, al corazón del hermano, al corazón del mundo. Queremos ser hombres de corazón. Ésta es la razón fundamental por la que estamos aquí.
Pero, ¿qué es el corazón? El corazón es lo más bello y delicado que habita dentro de ti. Es como la raíz de tu vida. Es como el manantial de tu río. Si tu corazón está vivo, todo tu ser será luminoso y transparente. Si tu corazón está dormido, todo tu ser será apagado, indiferente y gris. Si tu corazón está muerto, todo tu ser será como las hojas de otoño que moja la lluvia y lleva el viento. Si tu corazón es puro, todo tu ser será limpio y refrescante. Si tu corazón siente y ama, todo tu ser estará dispuesto a la ayuda, al abrazo, al encuentro. Si tu corazón está lleno de semillas de bien y paz, todo tu ser será una primavera radiante y un verano cargado de frutos. Si tu corazón está lleno de Dios, todo tu ser será una fiesta continua.
Por el corazón pasan todas las cosas; y duelen cuando tocan lo profundo del corazón. Por el corazón pasa el bien y el mal que nos vienen de ese Caín y Abel que habitan dentro de nuestro corazón. En lo profundo, en lo íntimo, en el fondo, en la parte más entrañable de la vida sentimos el dolor del pecado y la alegría de la gracia. En lo profundo, en el corazón, sentimos la angustia y la tristeza; sentimos la depresión y la ansiedad; sentimos la apatía y la indiferencia; sentimos las ganas de vivir o el odio de la vida. Cuando dejamos en el hoyo del corazón esas tensiones y conflictos sin resolver… hemos dado un paso hacia atrás en el camino de nuestro corazón. Cuando no damos salida al sufrimiento, estamos cortando las alas de nuestro corazón.
El corazón necesita respirar. El corazón está hambriento de silencio como tierra sedienta, agostada, sin agua. Tu corazón necesita del sol y el viento, de la luz y el horizonte. Tu corazón necesita un espacio de libertad donde ser libre. Tu corazón necesita salir de sí mismo y adentrarse en los mares profundos de Dios. Lo tuyo es explorar los mares profundos del corazón de Dios: allí está toda la vida. Como el pez está llamado a nadar, así tu corazón está llamado a sumergirse en Dios.
Y Dios es eternamente nuevo para quien peregrina a su corazón, si te acercas a tu corazón dispuesto a ser sorprendido por Él, convencido de que no lo conoces y de que puedes traer hoy un rostro distinto del que te imaginas. El Señor es eternamente nuevo si te acercas a Él consciente de que estás cara a cara con un Dios cercano y a la vez desconocido, infinitamente sencillo e infinitamente complejo. Sólo si estás abierto de par en par a cada instante, se te revelará el Desconocido, y se te revelará tal como es hoy y tal como tú eres hoy. Tienes que aguardar con la mente y el corazón abiertos, sin intentar darle forma o encerrarlo en conceptos e imágenes.
A lo largo del camino, en el silencio que habita en tu corazón, irás descubriendo que vives cargado de dependencias, del mundo, del cosmos, de la creación, de los otros; irás aprendiendo también que en ti mismo hay cuanto necesitas, que no careces de nada, que no tienes que buscar nada lejos de ti, que no tienes por qué buscar nada que esté fuera de ti. En el camino se te revela que todo está en tu corazón, que todo está ahí, al otro lado de tu piel, muy cerca de ti.
En el silencio del corazón aprendes que te recibes de ti mismo, aprendes una autonomía que te da libertad, vas a vivirte lleno de seguridad, sin ninguna dependencia, no vives a expensas de nadie, no tienes por qué vivir en dependencia de nada. Te recibes de una Fuente, de una Presencia, de un Soplo, de un Viento que no te falta; te recibes de Dios.
Este silencio no se imita, no se copia. Es algo singular. Es lo más íntimo, tu zona secreta, tu zona oculta, tu cripta, tu sima misteriosa. Nadie podrá robarte ese interior. Nadie lo va a adulterar, nadie lo infectará. Es tu centro incontaminado, es tu corazón virgen, es tu autonomía, es la autoridad consumada y colmada de todo lo que eres, donde todo se subordina al puro silencio. Es el tabernáculo del Santo Espíritu de Dios, donde Dios lo es todo, donde Él colma ese vacío, donde la Palabra cobra vida y resonancia. Donde la nada se vuelve canción del que es todo en todas las cosas.
En este día tan señalado para nuestra comunidad, somos invitados a continuar con entusiasmo el camino emprendido de vivir la propia vida con corazón, con humanidad, a vivir en Concordia con nuestros hermanos de comunidad, a crear unas relaciones interpersonales e internacionales más justas, solidarias y fraternales.
Que el apóstol Santiago, el Señor Santiago, sea una referencia constante que nos estimule en esta bella aventura de peregrinar a nuestro corazón, al corazón de todo ser humano, al corazón de Dios.