El camino para alcanzar el orden interior constante es arduo, pero ciertamente es posible mantener este estado mental (u otro similar) en medio de las múltiples e inevitables obligaciones que uno tiene que cumplir. Y lo que lo hace posible es la Oración de Jesús, cuando está injertada en el corazón.
¿Cómo injertarla tan profundamente? Nadie lo sabe, pero sucede. Quien se esfuerza en ello se va dando cuenta cada vez más de que, aun sin saber cómo, el injerto se produce. Para alcanzar este orden interior, hemos de caminar siempre en presencia de Dios, repitiendo la Oración de Jesús con la máxima frecuencia que podamos. En cuanto tengamos un momento libre, retomémosla, y así conseguiremos que se injerte en nuestro interior.
Teófanes el Recluso