Dejarnos abrasar por su Palabra de fuego

Fuego en la noche (det.) | Francisco de Goya | 1793-94

Esta perícopa evangélica (Lc 12,49-53) que se nos ha proclamado es muy probable que pueda generar desasosiego dentro de nosotros. Prender fuego. Pasar por un bautismo que da angustia… ¿Cómo entender que el Señor de la paz nos diga que viene a sembrar división?

Todas estas imágenes son perturbadoras. Pero si miramos la historia de la Iglesia y del mundo de las religiones en general y la historia político-social de la humanidad, vemos que los conflictos sociales, religiosos, domésticos, y los personales que se generan en nuestro interior cuando tenemos que ser fieles a nuestra conciencia, que se siente perturbada ante situaciones que  nos obligan a tomar partido por algo que puede generar divisiones y rupturas dolorosas entre amigos, e incluso dentro de la misma familia. Todo esto, y todos lo sabemos bien, porque todos lo hemos vivido de alguna manera, es algo que está al orden del día en cualquiera parte del mundo

El fuego de la discordia y de la división no es algo que atañe únicamente al ámbito religioso. Las palabras de Jesús son transversales. No hay más que mirar nuestro presente. Todos los conflictos que generan posturas encontradas en nuestra sociedad, en nuestras comunidades religiosas, en nuestras comunidades autónomas, en nuestros ayuntamientos y no digamos en la política nacional. Y, si miramos el mapa internacional, la piedra de Sísifo nos viene pequeña.

Pero, veamos: El Evangelio no es una noticia tranquilizante y menos una droga que produce la uniformidad de una comunidad de alienados. El Evangelio es una noticia inquietante, que puede generar división hasta en el santuario del hogar. De hecho, si miramos al cristianismo vemos que, la única unidad que existe en su seno es que Jesús es el Señor, nuestro Señor, pero no hay unión porque ya desde sus inicios la historia del cristianismo está llena de divisiones y conflictos. En los otros credos religiosos encontramos más de lo mismo. Y si nos metemos en el mundo de la política, de la economía y de los derechos sociales, vamos camino de la desesperación.

No sé cuál es la respuesta a todo esto, no lo sé. Lo que sí sé, y nos lo dice San Lucas por boca de Simeón en el relato de la Presentación de Jesús en  el Templo que: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción». Porque frente a las exigencias radicales planteadas por Jesús es necesario tomar postura: o elegimos vivir como él vivió, dentro del marco de cada época y de cada cultura, seguros de que este modo la propia vida va a ir por caminos a veces muy difíciles de recorrer y de puertas muy estrechas por las que tengamos que pasar. O bien rechazamos su persona, tal vez siguiendo con el nombre de cristianos, pero sin fuego en el corazón, viviendo una dulce mediocridad incapaz de generar ilusión y vida. No existe una tercera posibilidad y esas terceras posibilidades somos maestros en crearlas. Pero Él nos dijo que «vuestro sí sea SÍ y que vuestro no sea NO, todo lo que pase de ahí viene del Maligno». El lenguaje de Jesús es inconfundible, su palabra es viva y penetrante, nos invita a dejarnos iluminar por su espíritu sin perdernos en cuestiones secundarias y marginales. Su fuego es su pasión por el Reino, fuego que desea ver ardiendo en sus seguidores.

Hay un dicho apócrifo de Jesús que dice: «El que está cerca de mí está cerca del fuego. El que está lejos de mí está lejos del Reino». Porque la fuerza del dicho de Jesús: «He venido a prender fuego en el mundo» no lo podemos disfrazar en almibarados discursos espirituales. Nuestro Dios es un fuego devorador. Y Jesús quiere que ese fuego prenda en la vida y destruya todo lo que atenta contra la dignidad de los hombres y mujeres de todas las razas, lenguas, pueblos y naciones. Él sentía dentro de sí el deseo de un cambio radical en el mundo religioso y político de su tiempo, que generaba pobreza, miseria y esclavitud. Y, hoy, aunque las cosas cambiaron mucho, vivimos momentos muy duros por la ambición del poder que nos lleva constantemente a vivir “películas” desgarradoras y de una crueldad horrible que ningún guionista de cine podría imaginar. Y la palabra de Jesús sigue denunciando tanta injusticia y crueldad como la que estamos viviendo en nuestro presente histórico. Jesús sigue buscando ardientemente que el fuego encendido por Él arda cada vez más en este mundo y para eso es necesario en el cristianismo y a nivel personal una transformación radical.

«El que está cerca de mí está cerca del fuego. El que está lejos de mí está lejos del Reino».

3 comentarios en “Dejarnos abrasar por su Palabra de fuego

  1. Beatriz dijo:

    Desde luego que se puede decir más alto pero no más claro…
    Muchísimas gracias !!!
    Desde su inicio el cristianismo ha tenido que defender su Fe contra los ataques de muchos cristianos ¿ y así seguimos? . El mismo San Pablo lo reconoce en Gal 6,12. Cuesta aceptar la Cruz y el Crucificado….

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